Proyecto propio Ciudades Creativas: Deconstrucción.


Este proyecto va más allá de lo que significa la ciudad en sí, pues no podemos entender una ciudad sin los elementos claves que deben haber en ella. Estos elementos son las personas, sin las cuales la existencia de las ciudades no tendría ningún sentido. Por eso, a pesar de no haber representado en mi proyecto al ser humano, no deja de hablar de él.

Mi idea trata de todo lo que arrasamos y destruimos las personas para construir nuestras ciudades. Destrozamos paisajes naturales que son el hogar de muchas especies para crear nuestro propio “hábitat natural”, que de natural en realidad no tiene nada. Mi idea además pretende ser una crítica a que los humanos somos destructivos por naturaleza, pues destrozamos un espacio natural para crear nuestro propio espacio, pero luego ni si quiera sabemos cuidar ese espacio que hemos creado, por lo que también acabamos destruyéndolo tanto directa como indirectamente.

Para poder representar esta idea me ha sido fundamental tomar como referencia un poema que encontré por casualidad en internet. Me di cuenta de que podía dividir el poema en tres partes que se corresponderían con las tres partes en las que simplificaba mi idea: la naturaleza, la construcción de una ciudad provocando la desaparición de la naturaleza, y la destrucción de la ciudad; eso fue lo que me motivó a hacer un tríptico. Pero para que cobrara sentido lo que me transmitía el poema con la idea que tenía, tuve que darle la vuelta y empezar a leer las partes en orden inverso. En realidad el poema tiene una estrofa más de las que he utilizado, pero quise omitirla para centrarme en esas tres fases.

(Fotografía realizada por Rocío Gavilán Arribas).


Una vez aclarado el formato del proyecto debía pensar en cómo serían las puertas del tríptico. No tenía ninguna idea hasta que empecé a observar mi barrio, Aluche. Me di cuenta de todos los detalles que tiene y decidí plasmarlos de manera que no se pareciera a las calles que me habían inspirado pero que sí tuviera relación con ellas. En realidad la representación está hecha para que pueda parecer cualquier ciudad porque no pretende ser ninguna en concreto. Entre sus elementos destacan la carretera y las aceras a los lados, un puente que las pasa por encima, una discoteca y un bar situados justo en frente de un colegio. Hay otros elementos que no solemos apreciar pero que no podía dejar fuera de la composición porque me parecen muy característicos de las ciudades, como las farolas, las alcantarillas, los grafitis y la basura por los suelos.
También destaca el hecho de que no he representado a ninguna persona a parte de por las razones citadas al principio para mostrar la tranquilidad, comodidad y seguridad que te puede transmitir la ciudad por la noche cuando sus calles están completamente vacías y sabes que nadie te está mirando. Solo he podido sentir esa sensación una vez que salí antes de una cena de Navidad y mientras volvía a casa veía todo decorado e iluminado mientras me imaginaba a las familias juntas de celebración. Y es que pensar en la vida interior de las ciudades también es muy interesante, pero no nos solemos parar a pensar en qué es lo que ocurre detrás de cada puerta, ni de cada ventana, ni de cada pared. Además he querido representar que la soledad cuando paseas solo y sin miedo acompañado únicamente de la ciudad no es nada malo, sino que puede resultar muy reconfortante y te puede ayudar tanto a conocerte mejor a ti mismo como para conocer el lugar que estás pisando y reflexionar acerca de todo lo que ha podido pasar justo donde tú has plantado tus pies o sobre cómo serán las gentes que van dejando sus huellas por las calles. Y también quise que la ciudad estuviera vacía de gente para dar visibilidad a otros habitantes que no son humanos. No representé plantas porque preferí centrarme en los animales callejeros. En el mes  anterior a la presentación de este proyecto perdí a dos grandes compañeros de mi infancia: un perro y una gata. Desconozco mucho de la historia de cómo llegó el perro a mi familia, pero tuve la suerte se ser junto con un primo la que convenció al resto de la  familia para poder salvarla de las calles de mi pueblo. Los dos salieron del mismo pueblo, Puerto Lápice, para tener una vida mejor en la ciudad de Madrid y que tuvieran un hogar hasta el final de sus días me hizo pensar en todos esos animales callejeros que no lo tienen y pasan hambre, frío, que no entienden nada porque les han abandonado en un lugar desconocido, que son maltratados y despreciados por la población humana… Por eso también he querido homenajear a mis compañeros de vida mientras hacía una crítica al abandono y a que no se tenga en cuenta a otros habitantes como son por ejemplo las colonias felinas o las aves de nuestro entorno.
Para hablar de los lienzos debemos hacerlo uno por uno:
En el primero, el paisaje natural, podemos observar un espacio geográficamente estratégico para situar una ciudad, pues tiene montañas que servirían como defensa antiguamente y una cascada con un río, que serviría tanto como elemento defensivo como para abastecer a la población. El cielo está elaborado de manera que parezca que se va a caer sobre el paisaje, que parezca que el cielo son las garras de la ciudad que se le echa encima. En este cuadro se representan los siguientes versos, con los que debemos ponernos en el lugar de la naturaleza para entenderlos:
“El cielo, más gris aún
que la ciudad,
desciende sobre mí,
se apodera de mi vida,
traba mis arterias,
apaga mi voz…”
 
En el siguiente cuadro se ven la estructura de una ciudad y grúas construyéndola a un lado del río, mientras en la otra parte se ve ya construida una ciudad (muy abstracta porque solo se pretende que se sepa que es una ciudad, no que se identifique con una en concreto, sino con todas). Esta parte se corresponde con los siguientes versos:

“Como tajos negros,

las calles

separan el osario,

lo cuadriculan,

lo ordenan,

lo levantan.

En la ciudad erizada de dos millones de

hombres

no tengo un ser amado.”


En esta parte cabe destacar que estas palabras estarían dichas por la naturaleza y estaría tan dolida con los seres humanos que no nos querría por nuestra traición a pesar de ser también parte de ella, y porque además, habríamos aniquilado y expulsado a cualquier otro ser vivo que supusiera un impedimento para levantar la ciudad.


En cuanto al último lienzo, se ve una ciudad en llamas, que arde por nuestra culpa. Se ve una iglesia que no viene a representar ninguna idea religiosa en realidad. Tenía la idea innata de hacerla y un día vi que mi hermana pequeña estaba dibujando una ciudad con una iglesia. Le pregunté por qué la había hecho y me respondió que simplemente le gustaba hacer ciudades con iglesias. Entonces al principio decidí hacerla como una forma de recordarme a mí misma la conexión que tengo con mi hermana, pero después decidí buscarle otro sentido. Así pues viene a representar que los seres humanos nos creemos que somos la personificación de “el bien”. Por eso el fuego de las puertas de la iglesia tiene forma de cabra, para representar al demonio y la verdad de que no somos tan buenos como nos creemos. El cielo está repleto de humo por el incendio, lo cual pretende dar sensación de asfixia. Esta última parte pretende representar visualmente los siguientes versos:
 
 
 
 
“Una ciudad hecha de
huesos grises se abandona
a mis pies.”
 
 
Para aclarar, los huesos grises son la metáfora en representación de los edificios, y la tercera persona en la que está escrita la poesía, para mí sigue siendo la naturaleza porque es la verdadera narradora de toda la obra.
Una vez expuestas las ideas sobre las que he construido mi proyecto voy a pasar a explicar cómo lo he hecho. Compré un lienzo de un tamaño no muy grande para que pudiera llevarlo a clase. Después compre listones de madera de pino y tela de retor para hacer dos lienzos que tuvieran la mitad del tamaño del que compré. Después mientras iba pintando los lienzos con acrílico, preparé unas láminas de estaño (que decidí utilizar porque tras haber aprendido a trabajarlo en clases externas a la universidad, me pareció que podría crear un ambiente más urbano y artificial) que más tarde iría repujando para crear volumen y relieves. Y luego rellené los huecos donde quería crear volúmenes con liteplast para que no se abollaran. Por último ya solo quedaría pintar el estaño con pintura para cristal, y de esta forma ya tendría lo que serían las puertas del tríptico. Luego, una vez toda la pintura estaba seca, junté las 5 partes. El estaño a los lienzos pequeños con cola blanca y grapas y los tres lienzos con cuatro bisagras.
En cuanto al color he intentado contrastar gamas frías y cálidas. En el primer lienzo he utilizado principalmente gamas de azules y verdes, que son colores propios de la naturaleza, así como algún tono tierra. En el segundo ya hay contrastes entre naranjas y azules (que al ser complementarios resaltan más, y como continuación de los edificios azules también he hecho alguno morado (aprovechando que es un color muy cercano al azul, es decir, adyacente) y grises, que es uno de los colores propios de la ciudad. En el último vuelven a destacar los azules y violetas de la ciudad en contraste con los amarillos, naranjas y rojos del fuego.
Las texturas son visuales aunque en un principio la idea era introducir materiales de carga en la zona de los edificios para que simulara más una construcción, pero después decidí no hacerlo para que al estar cerrado el tríptico no se dañara con el roce.
Además la composición en general es asimétrica, aunque pretende estar bastante equilibrada, y se puede percibir en los edificios que están representados con un plano en picado.
En cuanto a la iluminación, podemos decir que es externa (como se puede comprobar en los reflejos del agua producidos por una luz que provendría del espectador dándole a entender a quién lo esté viendo que él mismo es la luz que podría cambiar el mundo), pues no hay representado ningún foco de luz. Sobre todo porque los cielos están nublados para dar la sensación de ahogamiento y sofoco, o en un proceso de amanecer y atardecer (dependiendo de cómo quiera mirarlo el espectador porque representa tanto el nacimiento de una nueva ciudad que se identificaría con el nacimiento de un nuevo día, como la muerte de la naturaleza que estaría identificada por la muerte del día).
Muchos compañeros me han dicho que mi proyecto recuerda al Jardín de las delicias de El Bosco, y aunque no había caído en la cuenta de ello al principio, tienen razón en que se asemeja un poco.
 
Y finalmente tras toda esta recopilación de información sobre mi proyecto, así es como ha quedado:
 (Fotografía realizada por Rocío Gavilán Arribas).
 
 (Fotografía realizada por Rocío Gavilán Arribas).










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